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Foto del escritorManuel Alejandro

RECONSTRUYENDO EL LIBRO INVISIBLE




Rescato una frase que recibí hace dos años y que me movió el piso. Ésta provino de un querido amigo que lleva varios años hollando el sendero:


“Han deshonrado todos los caminos. No hay camino. Nunca más. Solo ir por dónde va la Luz Solar y nada más”.


Esas palabras hicieron resonar en mí algo que ya desde antes había intuído pero que me había negado a aceptar. Ante esto mi primer pensamiento fue poner en duda todo lo que antes había estudiado, por un momento sentí como si aquel puente firme en el que creía que pisaba se hubiese vuelto súbitamente de cristal. No habría un maestro sabio al cual recurrir, un “Libro de Oro” en el cual depositar toda mi confianza.


A colación, pocos meses después, siguió la siguiente frase de la misma persona:


“Escucha: “los libros ya no serán, nunca más,  apenas libros, revelarán la enumeración de los hechos fundamentales de tu vida" y simultáneamente serán siempre independientes, vivirán en otras mujeres u otros hombres, quienes los escribieran gracias  a que hicieran con mucha concentración, caótica o luminosa, foco en las bandas difusas de la Luz que se refracta en el Espejo.


Porque has de saber que entre todos hicimos añicos al Único Espejo, lo convertimos en  cien mil pedazos. ¿No es esta la primera evidencia de la Liberación de Todas las Criaturas?”


Tras este mensaje críptico y sumido en la incertidumbre oré por Luz con el corazón en las manos. Ya había para ese entonces pedido mi salida como director de la logia en que presidía. ¿Qué podría enseñar a otros si yo mismo no tenía el camino claro?


Curiosamente poco después, de manera natural, comencé a recibir los textos de Mark Hedsel sobre el Camino del Loco. Literalmente el camino donde no hay camino, el camino inefable. Este sendero que ni es sendero describía perfectamente el estado en que me encontraba. Era éste el de un estudiante al que no le quedaba nada más que confiar en su propia intuición, poner atención a todo y desarrollar el sentido para remover el grano de las cáscaras en cada enseñanza.


Hoy concibo al esoterismo como el armado de un libro invisible. La enseñanza del sendero existe pero no la encontraremos concentrada en un libro o en un maestro. De la Teosofía retrocedí a la Alquimia, de ahí a los textos Mandeos y de ahí al Hermetismo. Hoy puedo percibir que en efecto hay un hilo conductor que emparenta todas estas enseñanzas. Es como si el libro sagrado lo hubieran deshojado y mezclado sus páginas doradas con las de otros tantos textos. Uno va reconstruyendo su propio libro, es como si notaras que la página 132 que te faltaba se encontraba perdida en el Fedón de Platón y la 133 la tenía Filón de Alejandría. Al final uno hace lo mejor que puede por tratar de integrar y de darle un orden coherente a todo este conocimiento esparcido.


Puedo decir que, hasta ahora, ese gran maestro externo no ha llegado. Probablemente porque el gran alumno tampoco ha nacido aún. Le toca a uno convertirse en el maestro que desea encontrar.

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